domingo, 9 de marzo de 2014

Intentar olvidar el propio nombre.



Hace un par de semanas, mi profesor de Filosofía Jesús Zafra nos propuso hacer un artículo sobre un capítulo a escoger de un libro. Escogí este capítulo "Intentar olvidar el propio nombre", porque me llamó la atención el título y pensé que podría ser interesante. Al leerlo me he percatado de muchas cosas que nunca antes había llegado a pensar, como por ejemplo que si algún día olvidara mi nombre por cualquier circunstancia, existen los medios necesarios como para encargarse de recordarmelo, como la policía, los vecinos, la familia... 

Con esto quiero decir que sería una tarea imposible, ya que la sociedad en la que vivimos requiere nombres propios inscritos, fichados y señalados, porque incluso para la más mínima tontería como dejar apartada una chaqueta vaquera en tu tienda preferida, hace falta indicar tu nombre.

El pasado día Jueves 6 de Marzo, volví a leer el capítulo para tener mi propia experiencia y decidí empezar intentando olvidar mi nombre en el Instituto. Llegué a las ocho y media de la mañana con la intención de no contestar si me llamaran por mi nombre, porque pensé que para conseguirlo, sería un buen comienzo. Al llegar, no paraba de escuchar María por todos lados, incluso gente que nunca antes había hablado conmigo. Mis compañeros, al darse cuenta de que no contestaba, me preguntaron qué me pasaba. Inmediatamente respondí que no había escuchado a nadie que me estuviera llamando.

Así seguí las tres primeras horas de clase, hasta que me di cuenta de que era imposible, es absolutamente inevitable acordarte de tu propio nombre, porque es la identidad de cada persona, y aunque una persona, por enfermedad principalmente, olvidase su propio nombre, las personas de su alrededor no lo harán, con esto vuelvo a decir que sería imposible.

Esta experiencia ha sido muy divertida, sobre todo cuando me preguntaron por que no contestaba y dije que no había oído nada.